De las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, leí uno que se llama “El beso.” Esta leyenda se trata de los temas del amor, poder y lo sobrenatural y se centra en el personaje principal, un capitán del ejército francés que participa en la ocupación de Toledo durante el siglo XIX. Esta leyenda tiene lugar a lo largo de más o menos dos días, y empieza con la entrada del capitán y su ejército en Toledo. El capitán y sus soldados encuentran alojamiento en una iglesia de un convento. Todos pasan la noche allí, pero cuando reúnen por la próxima mañana, el capitán revela que ha pasado la noche con una mujer. Sin embargo, hay un elemento clave de la situación—la mujer fue una estatua. Porque los soldados no creen que esta estatua pueda ser tan bella como el capitán insiste, él decide mostrar la estatua a los otros la próxima noche durante un tipo de fiesta. Cuando la noche llega, todos van para ver la estatua y después, están de acuerdo con el capitán que es la mujer más bella del mundo. Pero, mientras los soldados están gozando de la fiesta, el capitán decide que quiere besar a esta mujer tan bella. Él se acerca a la estatua y empieza a besarla cuando sueña un grito y el capitán se cae al suelo, matado. Resulta que otra estatua, la del marido de la mujer, da una bofetada al capitán que lo mata y lo deja sin el beso que quería.
“El beso” refleja de una manera muy comprensiva algunas de las preocupaciones principales del Romanticismo. Por principio, está basada en el pasado histórico. Aunque la leyenda no dice esto específicamente, creo que se trata de la Guerra de la Independencia de los españoles contra los franceses. Aunque no estoy segura, pienso así porque la leyenda habla de la invasión y ocupación francés de la ciudad de Toledo durante el siglo XIX. En cuanto a los temas, también refleja unos conceptos del Romanticismo. Por ejemplo, interés en lo mágico y lo misterioso junto con preocupación por los impulsos emocionales se destaca a lo largo de la leyenda.
La leyenda de “El beso” me recuerda del mito de Óvido de “Pigmalión,” una famosa historia que se trata de temas parecidos a los de “El beso.” En breve, este mito cuenta la historia de un escultor, Pigmalión, quien creó una estatua de marfil de una mujer excesivamente bella y realística. Después de un rato, él se enamora de esta estatua y reza a la diosa Venus para que ella de vida a la estatua. Eventualmente, Venus contesta las oraciones de Pigmalión, y la estatua se cambia en una mujer, quien logra a ser la esposa de Pigmalión. En la misma manera de que Pigmalión está obsesionado con su estatua, el capitán de la leyenda de Bécquer se enamora de la estatua de la doña Elvira. Ambas de estas obras llaman atención a los temas del amor profundo y de la belleza ideal. En los dos casos, hombres se enamoran apasionantemente de esculturas de mujeres. Están tan obsesionados con estas estatuas que se les olvidan completamente a las otras mujeres del mundo para enfocarse en las estatuas. Estos sucesos llegan a la cuestión de que poseen estas esculturas que les faltan las otras mujeres del mundo. Me parece que la respuesta se concentra cerca de una sola palabra- belleza. Sin embargo, no solamente belleza ordinaria sino un tipo de belleza poderosa y encantadora. Quizá estas historias juegan con el tema de la búsqueda de la belleza ideal y perfecta. Además, le preguntan al lector si un ser humano es capaz de poseer este tipo de belleza pura y limpia. Desde mi perspectiva, la leyenda de Bécquer dice que, de verdad, no es posible porque solo existe en el arte y no entre los seres humanos.
Siguiendo con esta interpretación de “El beso,” el capitán no puede cumplir con su deseo de besar la estatua de doña Elvira para destacar la idea de que los seres humanos tienen defectos. El hecho de que la estatua del marido de doña Elvira mata al capitán sugiere que el capitán no tiene derecho a estar con doña Elvira, o sea, él no es digno de la belleza de la escultura. En mi opinión, Bécquer está expresando que el arte es de un mundo distinto del mundo terrenal. La belleza perfecta y pura del arte merece conseguir su igual (la estatua de la doña Elvira merece estar solamente con la estatua de su esposo). Los seres humanos pueden admirar a la belleza del arte, pero nunca pueden conseguir el nivel de pureza que éste tiene porque inherentemente tienen faltas y son imperfectos.
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